El sueño de todo pintor que se precie es poder ganarse la vida exclusivamente con los beneficios que genere la venta de sus obras. Sin embargo, el mundo del arte es tan cerrado e inaccesible, que a las nuevas generaciones les cuesta sudor y lágrimas alcanzar reconocimiento y prestigio.
Si damos un repaso por la historia, es fácil encontrar artistas de gran categoría que han visto frustrada su subsistencia por la falta de apoyo. Genios como Van Gogh, por ejemplo, que no consiguieron consagrarse hasta muchos años después de su fallecimiento.
En el umbral del siglo XXI, el éxito, o al menos el éxito comercial, sigue siendo igual de difícil para los artistas, y los esfuerzos de mecenas e instituciones son insuficientes. Esta dificultad de los jóvenes por introducirse en el circuito de sus colegas puede sugerir una brillante idea empresarial a los aficionados al arte que quieran establecer su propio negocio: montar una promotora de arte para jóvenes creadores. La actividad principal se centraría en ofrecer la primera oportunidad a aquellos jóvenes pintores o escultores para exponer en el circuito comercial. En definitiva, su labor sería la de intermediario entre artistas y galerías, el canal más próximo a los compradores de la obra.
INVERSION RAZONABLE
Aunque la cuantía para montar un negocio de estas características no es excesiva, la inversión primordial tendrá que medirla en el tiempo y en el esfuerzo comercial dedicados a la promoción de sus clientes. Por tanto, la gestión de una promotora de arte es una iniciativa especialmente indicada para aquellas personas que tengan cierta formación o conocimientos en Bellas Artes o que, por afición o relaciones personales, tengan facilidad para entrar en el mercado
Si está dispuesto a triunfar a toda costa como promotor de jóvenes promesas, debe ser muy crítico y selectivo a la hora de aceptar e incluir en la oferta de su cliente. Piense que le pueden llover las peticiones de pintores o escultores que soliciten, pero que sólo le conviene trabajar con aquellos en cuyo talento confíe.
Conseguir un catálogo atractivo para los galeristas no es una tarea sencilla. No olvide que las obras de sus clientes se convertirán en su mercancía y la calidad se transformará en su principal arma para establecerse como intermediario y abrirse las puertas del mercado.
Es fundamental que esté bien informado y documentado sobre los nuevos pintores o escultores noveles que marcan las diferencias. Los artistas que quieren pasar a ser profesionales agradecen cualquier tipo de apoyo y difícilmente encontrará negativas para participar en su proyecto.
Las exposiciones o los encuentros con entendidos en la materia siempre pueden utilizarse como fórmula de captación de nuevos talentos. Si realiza una buena labor de intermediación, el boca a boca correrá como la espuma y serán los propios aspirantes a pintores los que soliciten sus servicios. En principio, podrá iniciar los contactos con tres o cuatro autores.
RELACIONES PUBLICAS
Junto a la obra de los artistas, el equipo humano es uno de los principales activos de los que depende la buena marcha de la promotora. Las relaciones públicas son fundamentales para promocionar a los artistas. Se trata de establecer acuerdos con galerías, salas de arte, instituciones o fundaciones dispuestas a ceder su espacio para exposiciones sin coste alguno o a un precio accesible. La actividad de la promotora no se limitará a la organización de la muestra. Para que los potenciales compradores se acerquen hasta la exposición y se consiga el éxito comercial, tendrá que complementar la exhibición con la difusión a través de los medios de comunicación, listados de invitaciones, edición de catálogos, etcétera.
Si desarrolla al máximo sus habilidades como relaciones públicas, podrá conseguir patrocinadores para que hagan frente al resto de los gastos generados por la organización de la exposición.
Los acuerdos con galerías y patrocinadores le permitirán prestar sus servicios de intermediación gratuitamente. Su fuente de ingresos será un porcentaje por la venta de las obras, que puede oscilar entre un 10% y un 40%.
Como promotor de jóvenes artistas, no necesitará efectuar una gran inversión en infraestructuras. Tan sólo necesitará un pequeño despacho, equipado con ordenador, fax y teléfono que le sirva de centro de gestión.
Si al acondicionamiento de la oficina le añadimos el material de oficina, la papelería, la fianza y el alquiler del primer mes, la inversión inicial no excederá del millón de pesetas. Además, es imprescindible que cuente con un fondo de maniobra de entre 6.000 y 9.000 euros para hacer frente a los gastos que vayan surgiendo hasta que su actividad genere ingresos.
Si durante el primer ejercicio el conjunto de sus artistas logran unas ventas de unos 120.000 euros, podrá ir cubriendo gastos y amortizando la inversión inicial.