Probar significa experimentar, conocer el efecto que una acción determinada produce sobre algo. Una definición genérica de prueba es someter a algo a determinadas situaciones para averiguar o comprobar sus cualidades. Realmente es ésta la definición que mejor se ajusta al asunto que nos concierne, en esta breve reflexión acerca del carácter de la prueba en el ámbito del grabado artístico.
Sin embargo, el diccionario de la Real Academia recoge una acepción específica para las pruebas de grabado:
“Prueba tirada por vía de ensayo, cuando aún no se le ha puesto la inscripción que dice lo que el grabado representa.”
En mi modesta opinión, ésta acepción actualmente se encuentra un tanto desfasada, ya que no recoge el espíritu verdadero del significado de la prueba de grabado hoy día, aunque refleja bien la realidad del grabado hasta finales del siglo XIX (momento en el que se desarrollan técnicas más avanzadas de reproducción gráfica en serie).
El grabado durante siglos era la única forma de reproducción en serie de imágenes (función que ejerció posteriormente el fotograbado, a partir de la evolución de la fotografía). Durante años ha sido el medio usado para la difusión de imágenes que, de otro modo, nunca habrían llegado a un gran número determinado de personas, superando el ámbito estrictamente local. Es decir, ha tenido un papel utilitario, gracias al cual mucha gente pudo conocer las maravillas arquitectónicas de la civilización egipcia o griega, o las pinturas de los maestros renacentistas o barrocos. Así ha llegado hasta nosotros, por ejemplo, la primera enciclopedia relativamente moderna, de Diderot, y otras que le siguieron, ilustradas exclusivamente con grabados. De ahí la costumbre de indicar, mediante una inscripción textual, en el pie de la ilustración, información acerca de lo representado por ésta.
En el grabado actual, fundamentalmente relegado al ámbito artístico, esta práctica de carácter indudablemente didáctico, hoy habitualmente es sustituida por el título de la obra, del mismo modo que se titula un cuadro o una escultura. Por supuesto sigue teniendo una función informativa, pero en cierta manera ha perdido el valor didáctico de antaño.
He de matizar que aquí nos referimos en términos generales, la historia del grabado está unida inexorablemente con la historia de la impresión gráfica. Como excepción relevante se puede citar la serie de variaciones que Dalí realizó de Los Caprichos de Goya, grabados en los que se mantiene el pie informativo.
Las pruebas de estado (signadas en la estampa con las iniciales P.E., o bien P/E), son aquellas estampaciones que realiza el artista grabador para conocer el estado actual de su trabajo en la matriz o plancha. El autor analiza la prueba obtenida, esto le permite tomar decisiones encaminadas a la mejora del resultado final de su trabajo. Borra líneas no deseadas, añade o intensifica otras, es decir, realiza la corrección de la plancha. Este tipo de pruebas permite también la búsqueda del color más expresivo, o la combinación de éstos (en una técnica de estampado a la poupé), en la misma o en distintas planchas, cuando el grabado se construye por yuxtaposición de varias planchas. Así podemos encontrar que, antes de la edición final, el grabado fue estampado en distintos tonos.
Siendo rigurosos podríamos decir que pruebas de estado son aquellas en las que la matriz ha seguido evolucionando, y pruebas de autor aquellas en las que el artista toma las decisiones finales respecto del color o la técnica de estampación (en ventana, a sangre, etc.), aunque aquí podrían citarse diversos autores y sus diversas opiniones al respecto, realmente lo que nos importa es saber que el artista dispone de un medio eficaz de evaluación y corrección de su trabajo, antes de lanzarse a la “rutina” de la edición final (donde se repite sistemáticamente, el plan de estampación del grabado).
Cuando un artista grabador se embarca en la tarea de realizar un grabado, las pruebas (de autor, de estado) se convierten en un vehículo imprescindible de información acerca del estado real del trabajo. En efecto el artista dispone de una guía fundamental para el desarrollo de su obra. A la vista de las pruebas, la toma de decisiones se convierte en una tarea analítica. Las pruebas reflejan de forma prístina la evolución sufrida por el grabado desde la primera hasta la última prueba, dotando de múltiples elementos de juicio al autor que ve, de ese modo, facilitado su trabajo. Estas decisiones a tomar conforman un abanico de posibilidades del que dependerá el resultado final:
Color, humectación del papel, calidad y gramaje del papel, graduación de la presión, intervenciones ad líbitum (colage, intervención manual del artista a posteriori o a priori, etc.).
A diferencia de la edición final, donde se sistematiza la estampación, el terreno en el que se desarrollan las pruebas es movedizo, es el terreno para la experimentación, donde pueden asumirse riesgos.
Puede decirse que es un contexto heurístico (de búsqueda)con un gran fundamento proteico (de cambios formales o de ideas)el ámbito en el que se desarrollan las pruebas. Ocasionalmente, la prueba adquiere una cualidad expresiva que supera la intencionalidad final de ser editada. Al igual que ocurre en otro tipo de proyectos, a veces se produce un desplazamiento de la intencionalidad final, y la prueba se convierte en el resultado final, trascendiendo su origen como prototipo, del mismo modo que algunos edificios que se proyectaron efímeros (temporales) perduran, debido a su éxito, una vez finalizado su cometido inicial. Un ejemplo conocido es la torre Eiffel de Paris, construida para una exposición Universal, que ha sido asumida e integrada en la imaginería popular, hasta el punto de adquirir una unión indisoluble con la ciudad en la que se emplaza. Hoy por hoy, al hablar de Paris, a uno le viene indefectiblemente la imagen de la torre Eiffel, convertida ya en un icono de gran fuerza asociado a la ciudad.
Y a la inversa, en muchas ocasiones, el grabado no llega a ser editado, después de pasar por la fase de las pruebas, del mismo modo que muchas obras no pasan de la fase proyectual. De hecho, el arte conceptual explora el proceso creativo como obra de arte per se, éste se convierte en el verdadero espíritu de la obra, mientras el resultado final abandona su protagonismo. Cabe citar como analogía, aquellas proyectos arquitectónicos que se han convertido en referentes ineludibles en la historia del arte y que, sin embargo, nunca llegaron a ser construidos.
Las pruebas de grabado son obras que tienen su propia idiosincrasia.
Las pruebas (que en teoría no deben superar en número el diez por ciento del total de la edición) cobran, por todo lo manifestado anteriormente, una especial relevancia. En ellas puede leerse el proceso creativo del artista, de igual modo en que lo hacen los bocetos previos que se realizan antes del cuadro final.
En ellas respira incólume la libertad creativa del artista. La prueba de artista puede llegar a expresar esta frescura, la fuerza vital que la alienta, su espiritualidad.